Ante la anarquía e impunidad que enfrenta el municipio de Mexquitic,
cinco esbozados interrumpieron la misa de las 6:30 de la tarde que se celebraba
el viernes en la iglesia de la comunidad de Estanzuela intentando, a mano
armada, “levantar” al presbítero David, que en esos momentos hacía la “Lectura
del Santo Evangelio”.
Sus feligreses lo defendieron y gracias a que superaban en número a
los plagiarios, éstos retrocedieron y huyeron a bordo del taxi con número
económico 1932 el cual fue perseguido por patrullas de Mexquitic por el camino
Estanzuela – Maravillas hasta que, ya en territorio de ésta capital los
auxiliaron patrullas de SL que lograron detenerlos en la Pánfilo Natera, por la
zona del Saucito.
Una vez detenidos y tomados sus generales, los sujetos resultaron
viejos pájaros de cuenta, con antecedentes penales desde robo a mano armada
hasta violación pasando ahora por intento de secuestro, por lo cual de
inmediato fueron ingresados al penal de La Pila donde además se les seguirá
proceso por la probable comisión de todos esos delitos.
Según testigos, el comando armado entró primero a la sacristía del
templo donde amarraron y amordazaron a dos secretarías y al sacristán, a
quienes amenazaron con matar si oponían resistencia.
Una de las mujeres, víctima de una crisis nerviosa, logró desatarse
y se lanzó al vacío desde una altura de alrededor de cuatro metros, y se
fracturó ambas piernas al caer. Está hospitalizada en una clínica del IMSS.
Acto seguido, los cinco delincuentes se dirigieron al interior de la
parroquia con las armas empuñadas y gritando: ¡Donde está el Cura? ¡El Jefe nos
mandó por él!, lo que llevó a los fieles de la paz al terror pasando por la
parálisis e incredulidad de que eso estuviera sucediéndoles ¡Dentro de la Casa
de Dios!
Tras salir de la primera impresión, algunos fieles atemorizados intentaron salir del templo mientras
las mujeres daban de gritos y corrían biscando donde protegerse y, al tiempo
que el sacerdote gritaba pidiéndoles guardar la calma, otros se acercaron y lo
rodearon dándole protección.
Afortunadamente los delincuentes se amedrentaron ante la multitud y no
accionaron sus armas, decidiendo mejor retirarse del lugar para luego huir a
bordo del taxi 1932, a cuyo conductor obligaron a parar apuntándole con sus
pistolas, pero para entonces ya alguien había dado aviso a la policía, que
comenzó la persecución ya referida.
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